Todavía sigo implementado mi visioning a cinco años. El cajón de sastre que en su día fue, se va transformando en una maleta amplia, con compartimentos separados, cantoneras para rozaduras y estructura flexible.
¿Pero como diseñar tu visioning, ese futuro ideal e imaginario?
El primer paso es reflexionar y decir
donde quieres estar. Es un metaviaje al futuro. Se trata de situarte
dentro de tres, cinco o diez años y pensar en quien quieres ser. El
resto es fácil, solo tienes que anotar los procesos que necesitas
para llegar allí, para ser quien serás.
Esta es la diferencia entre planificar y
visionar. En la planificación estás en el presente y miras al
futuro. En el visioning estás en el futuro y mides las distancia que
debes recorrer.
Stephen R. Covey define la creación de
una visión como uno de los hábitos de la gente altamente efectiva.
Nuestras acciones se deben dirigir a lo significativo. “Después de
todo, para un velero sin puerto cualquier viento es bueno”.
Naisbitt la define como “el enlace
entre los sueños y la acción”. Aunque no debe ser una frase para
enmarcar y olvidar luego. Revisa los factores positivos y los
críticos, lo importante debe ser siempre lo primero.
Un científico definiría el visioning
como la detección de necesidades personales que abarca actitudes y
aptitudes junto con un plan para resolverlas.
Un amigo me dijo en enero: estar
orientado a los resultados es de fracasados, lo importante son los
procesos.
Alguien prosaico pero un poco poético
te dirá: sé imaginativo y creativo en el presente, pero no te
imagines el futuro porque estás en él.
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